J. Meléndez (Patatas Meléndez): “En 2026 construiremos una nueva planta que dedicaremos a productos de cuarta gama”

Fuente: https://www.eleconomista.es/

 

Tras un 2024 en el que la compañía elevó su facturación un 12,5% hasta los 140 millones de euros, Patatas Meléndez afronta un futuro marcado por un cambio del consumo de este tubérculo fresco hacia las soluciones de conveniencia que exige un público cuyos hábitos en alimentación no dejan de evolucionar.

Después de un ejercicio de claro crecimiento, ¿cómo se está comportando el mercado en 2025?

El consumo de patatas frescas se está reteniendo porque el consumidor busca productos fáciles de consumir. La patata fresca es un commodity y nuestro trabajo consiste en adaptarnos. Nuestra estrategia para la comercialización se centra en poner en valor el producto. Ahora buscamos la revalorización del producto tras una fase en la que lo importante era ganar cuota de mercado en volúmenes.

¿Cómo están poniendo en valor una alimento que se considera básico?

Estamos haciendo productos de valor añadido, más cómodos para el consumidor, como pueden ser los formatos de cuarta gama para microondas o air fryer, que al final es el electrodoméstico que más cuota ha logrado en el hogar. También estamos diversificando desde la patata, que representa el 90% de nuestro negocio, hacia otros productos como el boniato o la cebolla que son productos que comparten jefes de categoría de la distribución a la hora de las compras. El 60% de nuestro volumen de ventas llega del retail, otro 20% de actores de la industria como los fabricantes de tortillas o platos preparados, y el resto se comercializa en los mercados mayoristas.

¿De ahí su nueva identidad corporativa?

Nuestro producto normalmente se vende a través de la marca de la distribución porque es un reclamo muy interesante para hacer promociones. Nosotros hemos lanzado La Buena Patata como nueva marca porque queremos diferenciarnos del resto del sector que sigue trabajando en volúmenes. Tenemos una estrategia para los canales mayoristas, para las tiendas tradicionales de barrio, principalmente las de más calidad, que es donde posicionamos nuestra marca. Para los grandes retailers también introducimos productos de valor con esta marca, mientras que los productos de gran consumo normalmente se venden con marca blanca.

¿No corren riesgos al trabajar con marca propia para diferentes supermercados?

Nos distinguimos por tener una cartera de clientes muy diversificada que nos ha llevado a tener presencia a en torno el 80% del retail español con nuestros productos. Nuestra cuota en la distribución es del 20%. Ayudamos mucho a la distribución mejorar sus números, porque gestionamos la categoría para varias cuentas con el compromiso de que crezcan y tengan una mayor rentabilidad. Hacemos estudios previos y explicamos cuáles son las tendencias de consumo para diseñar estrategias de venta. Todo lo que producimos es lo que el cliente nos prescribe. Tenemos estrategias por cada operador en función de la zonas donde esté. Trabajamos con muchas cadenas regionales y el consumidor y sus usos con la patata en Galicia no tienen nada qué ver con el de Andalucía.

¿Adaptan la producción a sus demandas?

Primero estudiamos la tendencia y luego adaptamos las variedades, las campañas y la frescura de la patata de la mano de nuestros productores, que son una de nuestras fortalezas. Estamos integrados verticalmente y controlamos al 100% todo el proceso de producción. Hacemos producciones en diferentes zonas de España y también importamos de otros países cuando no tenemos la suficiente frescura en nuestro territorio. Nuestra filosofía es la máxima frescura y buscamos que desde la recogida en el campo hasta la llegada al punto de venta no pase más de una semana.

¿Qué cambios ha vivido un negocio tan tradicional como el de la patata en los últimos años?

En los últimos 30 años ha cambiado de manera notable. El primer valor añadido que le dimos al consumidor fue lavar la patata, pero después fuimos pioneros en segmentar el producto por utilidad culinaria. Desarrollamos variedades específicas para freír, para cocer, para guisos, para guarniciones, etc. En 2013 afrontamos un proceso de re ingeniería interna para poner más en valor la calidad del producto a través de la mejora de la calidad de lo que estábamos sirviendo a las cadenas de distribución que nos ayudó a posicionarnos como líder.

“Nos reposicionamos con productos de valor añadido y que aporten mayor comodidad al consumidor”

¿En qué ha consistido esa transformación?

A nivel tecnológico, convertimos nuestra planta de Medina del Campo en la más moderna de Europa. Todo el proceso está digitalizado y robotizado. Todos los tubérculos que pasan por la planta son escaneados para saber cuál es su calidad, calibre y forma y después seleccionarlos para diferentes referencias. Nosotros producimos unas 180.000 toneladas al año y la máxima calidad solo se puede conseguir con tecnología. Antes todo esto se hacía a mano y ahora la selección se realiza con inteligencia artificial. Hemos reducido un 40% la plantilla con una tecnología que evita esa labora manual que ya pocos quieren hacer.

Esta inteligencia artificial, ¿también tiene usos en los campos de cultivo?

Tenemos un centro de datos que aplica una trazabilidad digital desde el origen, desde que plantamos la patata, la semilla que usamos, los tratamientos, fitosanitarios, abonos, riegos, etc. Todo esto se guarda en un cuaderno digital que damos a los agricultores, de manera que controlamos la productividad de cada uno de sus lotes y de sus parcelas, y nos permite tomar decisiones de cara a próximas cosechas. Tenemos un top 10 de los mejores productores a los que premiamos a través de un mayor volumen de contrato. Trabajamos con un tercio de producción propia, otro de agricultores que cultivan para nosotros directamente y otro con empresas externas.

Si el consumo de patata fresca se frena, ¿el futuro de su compañía pasa por los platos preparados?

Sí, aunque el gran hándicap que hay en el plato preparado era la calidad. El consumidor en España está acostumbrado a comer bien y hasta ahora se cometía el error de pensar que cualquier plato preparado valía. Con los nuevos estándares de alguna compañía se está elevando la calidad y la categoría crecerá. En esta línea nosotros trabajamos en dos fases. Ya vendemos producto para que la industria del plato preparado la transforme y ahora estamos en un proyecto de cuarta gama para producir nosotros mismos la patata ya pelada, preparada y cortada para hacer tortilla, freírlas, hacer bravas, ensaladilla, etc. Es un producto para hostelería, una variable que no estábamos atendiendo al estar centrados en retail e industria alimentaria. En una segunda fase, cuando cerremos nuestro actual plan estratégico, sí que tenemos en proyecto hacer platos preparados.

“Estamos transformado el desierto en el sur de Egipto con tierra vegetal y buscando agua a 1.000 metros de profundidad”

Este nuevo proyecto de cuarta gama, ¿irá acompañado de nueva inversión industrial?

Tenemos prevista la construcción de una nueva planta para la cuarta gama que esperamos tener terminada a finales del año que viene. En la fábrica reformada donde estamos produciendo ahora, que hemos ejecutado entre el 2020 y el 2023, realizamos una inversión de 40 millones de euros y ahora calculamos otros diez millones para la cuarta gama, la ampliación de una línea ya existente y refrigeración.

¿Forma parte la internacionalización de esta estrategia de futuro?

Nosotros exportamos muy poco, directamente desde el campo, en torno a un 8% o un 10% en función del año y aprovechando la ventana de dos o tres meses que quedan libres cuando las producciones almacenadas de los países del norte de Europa se agotan y necesitan importaciones de España, Grecia o Egipto. Nuestras oportunidades de internacionalización están en invertir en destino, ser fabricantes en otros países, algo que sí tenemos en mente. De momento solo estamos produciendo fuera de temporada, principalmente en Egipto, un país que nos está dando muy buenos resultados. Estamos invirtiendo junto a un socio local en el sur del país, cerca de Sudán, transformando el desierto, donde ponemos tierra vegetal y perforamos a 1.000 metros de profundidad para encontrar agua.

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